INTRODUCCION
El día a día con hijos conlleva muchas veces una lucha constante para que niños niñas y adolescentes se porten bien y acepten las normas que sus padres exponen. En algunas etapas del desarrollo del menor nos encontrarnos con las temidas rabietas o momentos en que el niño se enfada y se frustra por algo que no puede hacer o ha ocurrido inesperadamente, pero son momentos puntuales y hacen parte de su desarrollo emocional.
Es normal que los niños se opongan y desafíen de vez en cuando. De hecho, es una señal de un desarrollo saludable. Entonces, ¿cuándo se considera que un niño presenta un trastorno de oposición desafiante? El diagnóstico no debe darse, por ejemplo, a un niño o niña de dos o tres años que acaba de descubrir que su nueva palabra favorita es «no». generalmente se diagnostica al comenzar la primaria, con seis o siete años; en estos casos los niños presentan comportamientos problemáticos durante al menos seis meses, donde encontrarnos que nuestro hijo no acepta las normas impuestas, y su nivel de frustración lleva a un desafío continuo en la familia, llegando incluso a una violencia verbal o física por parte del niño, niña o adolescente. Cabe resaltar el costo que tiene en las relaciones familiares, las frustraciones diarias regulares de los padres en (órdenes ignoradas, discusiones, arrebatos explosivos, cuestionamientos desafiantes) se acumulan con el tiempo, y estas interacciones negativas dañan el vínculo entre padres e hijos y refuerzan los patrones de comportamiento hostiles.
¿Y ENTONCES QUE ES EL SINDROME DEL EMPERADOR?
También conocido como del niño tirano, es un trastorno de conducta que suele afectar a niños y adolescentes, siendo cada vez más común en las familias cuando los roles de autoridad son invertidos, y hace referencia a la situación en la cual, el niño, desarrolla poder y autoridad sobre sus padres y familiares, llegando a tener control sobre los mismos, ya que no han logrado implementar normas y límites claros en el hogar, y han aceptado las rabietas que se convierten más adelante en comportamientos de manipulación, El niño y adolescente aprende que, si se comporta de dicha manera, podrá conseguir todo lo que quiere. llegando a, en los casos más complejos, ejercer maltrato hacia sus progenitores. lo que convierte estos episodios en una situación muy delicada y compleja de violencia filió-parental, donde existe presencia reiterada de situaciones donde los niños abusan y provocan miedo a sus padres teniendo una clara intención de intimidarlos y dañarlos, exhibido una gran falta de tolerancia a la frustración y manifestando un completo autoritarismo a la hora de decidir cuándo y cómo quieren hacer las cosas
Los trastornos de conducta, según el DSM V, son aquellos que siguen «un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad «. Dentro de este grupo, entraría este síndrome, dándose en este caso un trastorno de oposición desafiante, cuyo patrón disfuncional de conducta lleva al menor o adolescente a un comportamiento desafiante y hostil ya que no está de acuerdo con obedecer, llegando a cuestionar toda figura de autoridad.
Los niños y adolescentes con este comportamiento imponen sus normas y reglas; si no consiguen lo que quieren o hay algún cambio que no les guste, se frustrarán llegando a pasar rabietas y violencia en contra de las personas de su alrededor
¿QUE CAUSAS GENERAN ESTA CONDUCTA?
Existen múltiples factores que actúan como causales para que este síndrome se presente en los menores, desde aspectos genéticos, ambientales y principalmente características en la relación padre hijo, ejerciendo en este caso una crianza mayormente permisiva, sumado igualmente a la vida moderna, con una carga de obligaciones cada vez más grande, con procesos y exigencias que requieren resoluciones cada vez más inmediatas y una tendencia absoluta hacia el exitismo, facilitan escenarios para que los niños y adolescentes desarrollen este tipo de síndrome.
La principal problemática involucrada en la aparición de este síndrome es la falta de conciencia en el individuo. se ha observado que los niños con este síndrome, se altera y entorpece los vínculos afectivos y el proceso de desarrollo de la conciencia. Generalmente, son menores que, desde su estructura genética, tienen dificultades para experimentar emociones como la empatía, la compasión, el respeto o la responsabilidad, lo que facilita la ausencia del sentimiento de culpa, desarrollando una relación totalmente utilitaria con sus padres, utilizándolos como herramientas que los ayudan a saciar sus impulsos y conseguir sus objetivos, sin tener ninguna consideración de las consecuencias que estas conductas pudieran tener en su entorno. Estos niños tienen una tendencia a presentar problemas en el aprendizaje, promoviendo en los padres una constante y especial preocupación por su educación lo que, muchas veces, termina siendo una excusa para que aparezcan más conflictos.
Desde el punto de vista del contexto familiar, en muchos casos, los padres de estos niños maltratadores tienen dificultades tanto en aspectos prácticos, como en pautas de crianza. La ausencia o falta de tiempo para dedicar a la crianza, es un factor muy presente en la mayoría de estos casos lo que dificulta todos los procesos de formación, interfiriendo también en el desarrollo de vínculos afectivos; así mismo se evidencia un patrón de conducta muy permisiva, advirtiéndose en los padres una ausencia de herramientas y habilidades con las que puedan establecer una relación vertical de respeto, autoridad y límites claros con sus hijos. Como consecuencia de lo anterior, existe una falta de habilidades para establecer una relación de autoridad y respeto, como también un vacío de valores y normas morales, por lo que, al niño, se le permite todo tipo de actitudes y se elogia de manera constante su forma de proceder, justificando muchas veces su comportamiento desafiante por el hecho de aun ser un menor de edad y subestimando su crecimiento y posterior desarrollo de su personalidad, el cual se verá afectado sino se tienen pautas adecuadas de crianza, vinculación afectiva y cuidado mutuo.
Como resultado se impide por un lado la posibilidad de imponer castigos proporcionales y, al mismo tiempo, que el niño asuma la responsabilidad de sus actos. Por ejemplo, estos niños suelen tener rabietas en lugares públicos, utilizándolas como una forma de manipulación y control, logrando imponer siempre su voluntad y doblegando así, la autoridad de sus padres hacia ellos. Este escenario propicio en los menores la creencia de tener la capacidad y autoridad para realizar cualquier cosa que le parezca. Estas conductas se extrapolan en todos los aspectos de la vida del menor, en el ámbito escolar, los docentes, no logran desarrollar ninguna autoridad sobre ellos y, socialmente, desarrollan una relación egocéntrica y egoísta con su entorno redundando en falta de empatía.
¿CUALES SON SUS SINTOMAS?
- Rabia y rencor hacia otras personas
- Tendencia a discutir con los adultos
- Culpa a los demás de sus propios errores y fallos
- Falta de recursos para la resolución de problemas.
- Baja empatía hacia sus progenitores o personas de su alrededor, ya sean adultos o de su edad.
- Una baja tolerancia a los cambios y normas que no aceptan.
- Violencia verbal y física hacia las personas y/u objetos de su alrededor.
- Egocentrismo, pensamiento de que solo él tiene la razón y derechos.
- No admiten normas ni imposiciones por parte de los adultos, ya sea en casa o en el colegio.
- Baja autoestima y frustración ante los acontecimientos diarios.
¿COMO SE DA EL CICLO REPETITIVO DESAFIANTE?
Es común que los padres en un principio traten de justificar el comportamiento de sus hijos para así protegerlos, pero a medida que pasa el tiempo se sienten frustrados y traten de encontrar solución a las conductas autoritarias de sus hijos, afrontándolas con estrategias de diferente naturaleza lo que, generalmente, solo consigue que la violencia y las agresiones se vuelven más intensas. En un primer momento, los progenitores se dan cuenta que cuando enfrentan las situaciones de conflicto, ya sea castigando o reprimiendo, obtienen el efecto contrario al esperado, ya que la frecuencia e intensidad del comportamiento agresivo aumenta y se intensifica. Como una alternativa a esto, suelen probar cambiando de estrategia y adoptan una posición más conciliadora y persuasiva, buscando transmitir a su hijo que lo aceptan y entienden. Esta actitud no despierta ningún acercamiento, ni respuesta positiva por parte del niño o adolescente, sino que, solamente logra su indiferencia hacia las muestras de afecto y preocupación. Todo este proceso donde los padres buscan y ofrecen diferentes maneras de acercamiento y donde el niño no responde ni cede a ninguna de ellas, genera una sensación de frustración, rabia e irritabilidad en los padres, que se sienten indefensos y sin herramientas con las que afrontar esta problemática. La dinámica se vuelve cada vez más compleja y tanto el menor, como sus padres, responden intentando dominarla, imponiendo sus condiciones, lo que generalmente es inútil y contraproducente, provocando cada vez más violencia. En consecuencia, este tipo de comportamiento, presenta dos modalidades de aumento de la violencia.
Escalada de dominio: Cada vez que los padres se muestran comprensivos y cercanos al niño, este aprovecha para aumentar sus exigencias.
Escalada de compensación: En las ocasiones en que, los padres, adoptan una actitud más dura estableciendo límites, el niño como respuesta a esto e, intentando mantener su autoridad y control sobre ellos, ejerce más violencia.
¿COMO PREVENIR ESTE COMPORTAMIENTO?
Queremos compartir algunas estrategias y herramientas que permitan a los padres prevenir la aparición de estas conductas en sus hijos.
Algunas herramientas y estrategias que permitan a los padres la aparición de estas conductas problemáticas, se hace entonces necesaria la actuación responsable de los padres desde las edades más tempranas de sus hijos, ejerciendo una preocupación cercana y atenta por las necesidades emocionales y de desarrollo de estos, poniendo énfasis en el aprendizaje y los factores formativos de su crecimiento. Es necesario establecer valores morales con referencias claras en el comportamiento cotidiano, ejemplificándoselo a los hijos a través del propio actuar. Una de las formas en que el niño aprende los diferentes valores humanos y conductas es viendo a sus padres, para luego imitar el actuar de los mismos. en consecuencia, es importante que los padres sean modelos de comportamiento, predicando con el ejemplo, fortaleciendo así un enfoque positivo y constructivo de la vida y al mismo tiempo el entendimiento del bien y el mal, promoviendo a sus hijos una vocación de actuar en consecuencia con estos valores y parámetros.
En consecuencia, a lo anterior es necesario entregar seguridad emocional a los hijos, valorándolos, destacando sus logros, apoyándolos en sus dificultades y reforzando el optimismo y el compromiso con sus propios intereses. Desarrollar en ellos su sentido de la responsabilidad frente a sus actos, promoviendo en ellos conciencia de derechos, pero también de obligaciones y deberes, tanto con ellos mismos, como con los demás, que sean conscientes que cada acción tiene repercusiones en su entorno. Para conseguir esto es fundamental establecer límites claros, mantener siempre una relación de autoridad frente a ellos, pero al mismo tiempo de afecto y sana comunicación, que experimenten siempre las consecuencias de sus decisiones.
De igual forma, es vital estar muy atentos al comportamiento de los niños y adolescentes para así poder detectar las señales de su aparición en una etapa temprana de desarrollo y, abordarlo adecuadamente.
Si los síntomas aparecen es imprescindible el acompañamiento profesional, que pueda guiar el proceso de tratamiento más adecuado y efectivo teniendo en cuentas las características personales del niño y su familia. Aquí contamos con profesionales de la psicología que pueden ayudar a mejorar estas situaciones. No dudes en poneros en contacto con nosotros