La ansiedad está estrechamente vinculada al miedo anticipatorio, que se caracteriza por una sensación de preocupación persistente ante la posibilidad de que algo malo ocurra.
Es en sí, una respuesta emocional caracterizada por una gran excitación fisiológica, que nos prepara para luchar o para huir. Por tanto, es una respuesta normal adaptativa que prepara al organismo para reaccionar ante una situación de peligro.
Angustia, ansiedad y pánico son expresiones distintas pero muy parecidas, nuestro cuerpo, nos dice, que hay algo que no funciona bien y que necesitamos parar, que nuestro cuerpo y nuestra mente no aguantan tanta presión, por tanto, es importante comprender las señales de nuestro cuerpo, reconocer aquello que nos angustia y hacer un pare, porque cuando son muy intensas y prolongadas en el tiempo pueden aparecer complicaciones, cómo el ataque de ansiedad y trastornos de ansiedad.
¿Cómo me doy cuenta que la ansiedad se avecina?
la angustia acostumbra a presentarse de manera gradual, e incrementa cuando ve que no se le escucha; se relaciona con el hecho de sentir temor cuando la persona aún no se ha enfrentado a ciertas situaciones que representan algún tipo de peligro, Cuando esta situación nos resulta estresante, posiblemente recibiremos señales diversas, como mareos, falta de aire, palpitaciones aceleradas, temblores, entre otras. De hecho, algunos llegan a sufrir ataques de pánico, estos síntomas fisiológicos son un mecanismo que busca preparar al individuo ante una circunstancia específica. Sin embargo, cuando la ansiedad es constante y duradera en el tiempo se convierte en un trastorno emocional suficientemente abrumador.
Cuando optamos por huir
Una tendencia natural, y prácticamente automática es, una vez aparece la angustia o tenemos el primer ataque, evitar la aparición posterior, mediante, a menudo, sistemas equivocados:
- Lo más habitual es evitar situaciones similares a la que había en el momento en que ocurrió la primera aparición.
- Preocuparse por la propia salud y desarrollar fobia a los ataques de ansiedad.
- Temer continuamente por la aparición del próximo ataque.
- Medicarse para hacer desaparecer la ansiedad sin hacer ninguna reflexión ni cambio alrededor de su origen.
- Vivir como si nada hubiese pasado.
En la mayoría de los casos, la ansiedad seguirá apareciendo y aumentado gradualmente a nivel de sintomatología y frecuencia hasta que se tenga en cuenta para hacer cambios a la propia vida. Tenemos que imaginarnos la angustia como un globo que se va inflando en nuestro interior. Cada vez que evitamos o nos preocupamos por la situación estresante, el globo se infla un poco más, y si no hacemos un pare y nos esforzamos, es posible que no utilicemos estrategias de afrontamiento hasta que el globo no sea suficientemente grande.
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad, como la ansiedad generalizada, la agorafobia, el trastorno de pánico y la fobia social. El primero se caracteriza por preocupaciones persistentes y desproporcionadas, incluso frente a sucesos rutinarios. La agorafobia ocurre cuando se teme a situaciones y lugares concretos. El tercero implica alcanzar, en cuestión de minutos, un terror intenso que se manifiesta con dificultades para respirar. La fobia social se relaciona con el miedo a sentir vergüenza e inseguridad por la posibilidad de ser juzgado por otras personas.
De hecho, en muchos casos lo que más agota no es ni siquiera la ansiedad, sino la resistencia que opones. Aprender a dejar estar la ansiedad y seguir realizando tus actividades es esencial, ya que en cierta medida corresponde a una emoción normal como el miedo que sentimos en ocasiones específicas. Eso no significa ignorarla, sino perderle el miedo, sentirla, reconocerla, experimentarla y dejarla pasar.
Sin embargo, si este malestar se convierte en una constante que afecta tu calidad de vida, deberías valorar pedir ayuda profesional. Un terapeuta te ayudará a entender el origen de tu malestar y te proporcionará herramientas personalizadas para afrontarlo eficazmente. Recuerda que cuidar tu salud mental no es un lujo, sino una necesidad para llevar una vida más plena y equilibrada.
Zaira Montoya
Referencias:
Daviu, N., Bruchas, M. R., Moghaddam, B., Sandi, C., & Beyeler, A. (2019). Neurobiological anxiety. Neurobiology of anxiety, 11, 100191.
Pozzi, G. et. Al. (2015) strategies in a sample of anxiety factorial analysis and associations with psychopathology. Brain Behav; 5(8): e00351.
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